Este año se verá un avance en las intenciones de Andrés Manuel López Obrador respecto a sus anheladas reformas, donde la operación política, las elecciones a gobernador en 6 estados y el ambiente que se vive al interior de Morena, sus aliados y sus opositores, tendrá una relevancia total y podrán ser definitivos para lograr cristalizarlas. La primera, referente a la inclusión de la Guardia Nacional para formar parte de la Secretaría de la Defensa Nacional, a pesar de que se ofrecía como el mando civil que alejaría a los militares de las funciones de seguridad pública, lo cual resultó ser la falacia más grande pues, ahora, no solo realizan esas, sino otras muy diversas, desde la operación de programas sociales como «Sembrando Vida», hasta la construcción de aeropuertos. Lo que ocurrió fue que el presidente, contrario a su costumbre, reculó y se dio cuenta que, al igual que la policía federal de Calderón, la Guardia Nacional erra corrompible y se le estaba “echando a perder”.
Además, según los datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, tan solo en diciembre de 2021, sumaron 2 mil 274 homicidios, que representan un incremento de casi el 4 por ciento, respecto al mismo mes del año anterior, tomando en cuenta que diciembre y sus fiestas significan un típico repunte en asesinatos, por lo que dando cuenta de la creciente y sostenida cifra de homicidios dolosos en el país en lo que va del sexenio, urge hoy más que nunca, que se ponga orden en uno de los temas más sensibles de la presente administración federal, por la falta de resultados, máxime cuando se tiene en puerta un proceso electoral en seis entidades y donde podría detonarse la violencia como en el pasado proceso de 2021. Esta reforma podría pasar de manera simple en el Legislativo, empero su importancia a nivel social.
Otro pendiente no tan simple, al menos por cómo deberá de negociarse en las Cámaras, es el de meterle las manos al Instituto Nacional Electoral para amasarlo y moldearlo como al presidente le convenga, así como cuando en los tiempos del salinismo jugábamos a ser demócratas. Para ello deberá de echar mano de sus ases bajo la manga, ya sea para que, por coerción o conveniencia, logre convencer a más de uno para que le dé su apoyo.
Se supone que el aplazamiento de la reforma (o des/reforma) eléctrica, producto de la premura que significaron las “negociaciones” (imposiciones) en la autorización del paquete económico 2022 en San Lázaro, vencerá y, apenas se retome la actividad legislativa, se pondrá a prueba a quienes le serían fieles al santo patrono, o quienes decían que lo confrontarían a toda costa. En fin, entre sus tres grandes reformas y las interminables e histriónicas mañaneras, habremos de pasar un 2022 nuevamente dando todo el protagonismo a un presidente que, busca más estar en boca de todos, que parado en la realidad de México.