La crisis diplomática generada por Palacio Nacional, ha dejado fuera de la jugada, incluso, al propio canciller, Marcelo Ebrard. Luego de que el secretario de Relaciones Exteriores tuviera un papel preponderante en múltiples acciones del Gobierno de México, inclusive las pertinentes a la política interior, con incidencia en los temas de salud y combate a la pandemia de covid-19 como la adquisición de respiradores y vacunas, llevando la responsabilidad de la logística y hasta superando en influencia al propio secretario Alcocer y al multicuestionado López-Gatell; cumpliendo con potenciar la influencia del presidente López Obrador en América Latina y siendo, por cierto, uno de los aspirantes naturales a la sucesión; hoy por hoy, pareciera que las decisiones al exterior, ni siquiera pasan por su escritorio, haciendo las veces de ornato que alguna vez interpretara Olga Sánchez Cordero, previo a la llegada del super secretario, Adán Augusto López.
A México, gracias a la imprudente manera de conducirse del presidente de la República, le negaron el beneplácito panameño de recibir al historiador Pedro Salmerón Sanginéscomo embajador mexicano en ese país centroamericano. El pasado martes 25 de enero, la ministra del Exterior, Erika Mouynes, envió la respuesta a la cancillería mexicana con la negativa para recibir al personaje que había sido señalado por acoso sexual por varias mujeres que estudiaron en las aulas del ITAM, pero que además no es diplomático de carrera. A esto, el presidente de México se le ocurrió descalificarla, como si él tuviera potestad para juzgar las razones de un país soberano para no otorgarle su beneplácito.
Al puro estilo visceral que caracteriza a nuestro presidente, le pareció prudente anunciar en la ‘mañanera’, antes que al país al que lo solicitará, un desatino criticado por quienes saben que la discreción es una de las principales líneas de la diplomacia internacional, que su nueva propuesta sería Laura María de Jesús Rodríguez Ramírez, mejor conocida como ‘Jesusa’ Rodríguez y célebre por comportamientos poco prudentes y declaraciones jocosas y poco atinadas, pero que, además, tampoco es una diplomática de carrera. Tal parece que, para el Gobierno de la República, las relaciones con los demás países son cosa de ‘muy poca ciencia’, como lo mismo es gobernar, según dijo alguna vez el propio presidente.
En el manifiesto de la ‘Cuarta Transformación’, parece que la política exterior no es prioridad; quizá porque se decidió trabajar, primero, en los problemas internos. Si fuera así, ni está bien que un gobierno se olvide de uno de los aspectos que le corresponde atender, por dar prioridad a otros, ni está bien que, la prioridad, tampoco parezca estar siendo atendida. De todo esto, sin restar importancia a lo anterior, también pareciera que el proyecto de sucesión, encabezado por Marcelo Ebrard, cada vez está más lejos de los planes de López Obrador, pues su nivel de injerencia en la toma de decisiones quedó fuera de lo interior, donde el gobernador tabasqueño con licencia tiene toda la responsabilidad, y está quedando opacado de lo exterior, donde también se hace lo que diga el dedito del presidente.