Había una vez un joven que un día decidió que sería político, la idea le llegó de estar admirando a su hermano, quien a su vez, seguía los ideales de otros que también eran políticos.
El joven creció y en su partido político fue generando un renombre, lo veían como un personaje inquieto y sencillo; en su camino fue ganando espacios, logrando triunfos, sumando adeptos, ocupando curules, regidurías y hasta tirando karatekazos en televisión nacional. Pero él una vez joven, tenía una asignatura pendiente, quería ser alcalde, quería conseguir ese espacio que su hermano había anhelado y que no había logrado.
Así pues, lo intentó una vez, lo intentó dos veces y no lograba hacerse del ansiado puesto, ni siquiera que en su partido lo consideraran como la opción; no le fue fácil, más de una vez pensó en desistir, en el camino dejó amistades ytraicionó principios, todo en pos de su codiciada alcaldía. Por fin, un día le llegó la oportunidad y contendió, pero no logró un resultado favorable, algunos dicen, que fue tanta su frustración, que el propio ayuntamiento le pagaba comoalcalde a cambio de un acuerdo, pero esto quizá solo sea un chisme de esos de pueblo chico. Sin embargo, su derrota no fue en vano, al tiempo, le ganó otra oportunidad y en esta ocasión sí logró cumplir ese añorado sueño, finalmente llegaba a su Alcaldía. Al estar ahí, rodeado de los pocos amigos que le quedaban y de uno que otro oportunista que nunca falta, el político tuvo otro sueño, se dio cuenta que la Alcaldía no le era suficiente, debía llegar a la gubernatura, pero ¿Cómo hacerlo? los sabios asesores del político le aconsejaron rodearse de gente capaz, de lograr grandes cosas por su ciudad, de generar grandes expectativas entre los ciudadanos y ser ante todo honrado y bien administrado. Las promesas no faltaron: pavimento, cambios de fachadas, túneles europeos, seguridad, bienestar social, hasta ciclo vías, en fin; promesas infalibles para llegar a la grande. Lo que el político no contaba, es que no solo de promesas se hacen las campañas, sino de realidades y lamentablemente para él, sus sabios asesores y los capaces directores, al parecer no visualizaban lo mismo que él, cada uno tenía su propio sueño, lo que hizo que aquella sinfonía no tuvieramelodía y que el político que se sentía maestre de la orquesta, jamás pudo hacer que sus músicos tocaran a su ritmo. Pero, ¿Será el fin?