Materializando la razón

La corta memoria y la efímera indignación duranguense

por Patricia Sierra Ramírez 18 julio, 2022 | Hace 2 años

Imposible olvidar la manera en que se evidenció las precarias condiciones en las que se trabaja en el SECTOR SALUD, al menos hay quienes padecieron el suplicio de condenarse al sufrimiento en el menos peor de los casos, ya que hoy podemos enumerar un listado de médicos, enfermeras y más personal dentro del equipo multidisciplinario que empeñó su vida durante una pandemia que desnudó la realidad de la infraestructura y de las penosas condiciones en las que se encuentran.

¿Se han preguntado por la salud mental del todo el alumnado que cursa la carrera de medicina? ¿Se han detenido a las propias autoridades educativas a procurarles las condiciones humanas para transitar por el camino a lo que es esa vocación?  Desde la empatía no podremos seguir omitiendo ni siendo indiferentes con los médicos mexicanos, menos con los estudiantes a quienes se les exige los mismos resultados que los experimentados médicos especialistas. 

Las carencias en las que se desenvuelven los mismos estudiantes comienza desde las aulas, en las universidades públicas se resiste desde la carencia de la higiene en los sanitarios, el área verde jamás la verán como lo que debiera ser, los laboratorios y bibliotecas se encuentra lo indispensable. Ahora bien, preguntemos: ¿Y la seguridad al interior? Hablamos sobre las aulas donde se forma el personal que será el profesional en la salud, ¿estos mismos no merece tener la importancia de la formación para que jamás normalice la pobreza en la institución hospitalaria? 

Previo a la pandemia se sabía que existían carencias que por supuesto detonaba en las negligencias, en lo personal presencié como fue perdiendo la poca salud de un menor de 14 meses en un corto período de 10 horas que se encontraba en el área de URGENCIAS en el ISSSTE de Gómez Palacio, DURANGO, un bebé que debía salir de ahí si requería de la atención médica porque su madre no era derechohabiente, pero esa vez (2019) su mascarilla era: “un conito donde se bebe agua” un pedazo de papel era su mascarilla, mientras su oxigenación no alcanzaba ni los 85 y seguía bajando, donde buscándole más venas para canalizar se le alojó una bacteria en la sangre; mientras se tramitaba su alta y firmaba la responsiva por su madre para llevarlo a otro hospital su condición seguía empeorando, resumiendo en que continúo en un hospital privado en CTI, fue reanimado, porque dejó de tener signos vitales por unos momentos, su estadía se prolongó a más de un mes y su recuperación sigue avante.

En la pandemia esa situación colapsó, empeoró en todos los aspectos, y así se atrevió a señalar el mismo PRESIDENTE AMLO, que no tenía México médicos con la capacidad, con todo eso, el gobernador entregó algunas ambulancias. ¿Se revisó y se formalizó la situación laboral del personal duranguense? ¿Se volvió a aprehender a otro individuo como se hizo con la Dra. Calvillo? ¿Por qué no podemos como sociedad normalizar la dignidad profesional y la infraestructura que corresponda con esas inversiones millonarias durante esos eventos y fotos que presumen periódicamente nuestra “clase política”?  

¡Exijamos Seguridad y Justicia como bases de la Educación!

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