Después del devastador sismo de 1985 en la Ciudad de México, el cual cobró la vida de nueve mil 500 personas aproximadamente, y dejó dos millones 130 mil 204 afectados, en el país se instituyó el 19 de septiembre como Día Nacional de Protección Civil, no solo como un recordatorio de lo vulnerables que somos ante los destres naturales, sino también para tener una constante preparación sobre los protocolos de seguridad que pueden salvarnos la vida en caso de un suceso de tales magnitudes.
Gracias a esta conciencia, a que se afinaron a profundidad y responsabilidad los protocolos necesarios, para el sismo del 2017 de casi iguales proporciones que el de 32 años atrás, se logró reducir a 369 las bajas ciudadanas, cifra significativa que aún obliga a perfeccionar los protocolos para salvar vidas, sobre todo para la construcción de edificios más seguros, dado que si en el sismo del 85’ colapsaron 133, en el del 2017 solo fueron 38, evidente reducción numérica que no por ello deja de ser menos trágica.
Así pues, este día pone los puntos sobre las íes en la protección civil, no solo en la Ciudad de México, sino también en la de estados y municipios a lo largo y ancho del país, donde se pone en relevancia las situaciones de riesgo que presenta cada región, tales como maremotos, tornados, tsunamis, incendios, incendios forestales, zonas sísmicas, zonas volcánicas, zonas de deslaves, entre otros.
Al parecer en Durango las corporaciones no se pronunciaron por sumarse al simulacro nacional, donde casi siempre participan dependencias estatales, empresas y organismos del país, que se suman desde los inmuebles de sus respectivas dependencias y unidades administrativas.
En años anteriores, los bomberos locales solo hacen un mini simulacro, que no involucra activamente a la ciudadanía, solo entre ellos, así que ¿los duranguenses realmente sabemos lo que tenemos que hacer en caso de cualquier contingencia?
Durango tiene un gran vacío en cultura de prevención, en educación de protocolos, se ha abandonado la enseñanza de protección en las escuelas, por lo que la mayoría de los ciudadanos no saben qué hacer o cómo reaccionar en caso de un incendio, un sismo o una inundación.
Quienes hemos vivido en la Ciudad de México sabemos que los chilangos saben perfectamente lo que tienen que hacer en caso de contingencia, lo cual ha sido gracias a una agresiva campaña para que la población en conjunto, sepa cómo reaccionar en caso de cualquier siniestro, fortaleciendo así la capacidad de reacción de la gente ante la eventualidad de una emergencia o desastre.
Pocos saben que el estado de Durango es un estado con actividad sísmica moderada, ya que se encuentra en una región con una geología compleja, en la que intervienen una gran cantidad de fallas locales y otras estructuras geológicas importantes.
De acuerdo con el reporte del Servicio Sismológico Nacional, en Durango ya ha temblado dos veces en este 2022: el primero se registró a las 21:33 horas del pasado 10 de enero, el cual tuvo una intensidad de 4.1 y se produjo entre las cabeceras municipales de San Juan del Río y Peñón Blanco; mientras que el segundo se registró el viernes 29 de abril en el municipio de Tepehuanes, a las 05:33 horas, con una magnitud de 3.8 en la escala de Richter.
También tembló en el 2021 de acuerdo al Sismológico, que registró dos sismos, el primero el 3 de septiembre en El Oro e Indé, de 3.8 grados, mientras que el segundo fue el 29 de noviembre, a las 12:54 horas, en los municipios de Tepehuanes y Guanaceví, con una intensidad de 3.8 grados.
En Durango, a diferencia de otras regiones, estos frecuentes sismos, llamados intraplaca o corticales, ocurren en la placa de Norte América y están asociados con fallas de menor tamaño que las fallas que marcan los límites de placas, por ello suelen sentirse en las regiones cercanas a los epicentros.
Lo común en Durango son las inundaciones, los incendios, los incendios forestales, por ello, ¿no deberíamos estar preparados en Durango? Tomemos en cuenta que en el municipio capitalino no tenemos ni siquiera un sistema de alerta en las zonas que se inundan, de ser así quizás se pudo haber evitado las tragedias que dejó el desbordamiento de la Presa del Hielo.