El pasado domingo, la revista Proceso, una de las más aplaudidas por el actual presidente de la República, cuando era opositor, por la seriedad con la que trataba los temas, temas que calaban hondo en las administraciones federales; publicó un texto titulado «Sembrando Vida y la fábrica de chocolates», signado por Tania Gómez y Sergio Rincón, donde exponen que, el programa bandera del gobierno de Andrés Manuel López Obrador para generar empleo en el campo y luchar contra la deforestación, tiene un particular impulso en su natal Tabasco. Allí, según el texto, el cacao ha adquirido preponderancia gracias a Hugo Chávez Ayala, empresario que presuntamente se beneficiaría con los productos que se cosechen en ese plan gubernamental.
En el texto se asegura que Chávez Ayala es amigo de la familia presidencial, que ha sido consultor en el mismo programa y ha asesorado a «El Rocío», la finca cacaotera de los hijos mayores del presidente en este mismo estado. Andrés Manuel López Beltrán empezó a ser empresario en este rubro con la marca «Rocío Chocolate», tras la designación de su padre como primer mandatario. Estos productos se comercializan en exclusivos lugares en Ciudad de México y apunta a convertirse en producto premium.
Sembrando Vida es un programa coordinado por la estelar Secretaría del Bienestar, que busca atacar dos problemáticas sociales del presente: la pobreza y la deforestación; todo mediante la siembra de árboles frutales y maderables que son entregados directamente a los agricultores, buscando que las zonas rurales de México pueden convertirse en un sector estratégico para el desarrollo del campo, incrementando su productividad, bajo un enfoque de sustentabilidad y con una visión de desarrollo regional a largo plazo.
El presidente asegura que, esta estrategia, logrará romper un paradigma pues, al ofrecer esta alternativa a los más vulnerables, dejarán de escoger conductas antisociales, pues nadie es malo por naturaleza, sino víctimas de las circunstancias. Incluso se atrevió a asegurar que la población del llamado «Triángulo dorado» estaba muy contenta con el programa, evitando que se vean obligados a sembrar drogas.
Con la presentación del reportaje, López Obrador no reparó en criticar al semanario y a la periodista Carmen Aristegui (a quien también aplaudía cuando opositor) en su mañanera del lunes pasado, pues aseguró que el terreno de sus hijos al que se hace referencia, es parte de una herencia familiar, señalando la investigación de mentirosa, sin fundamentos y que lo único que busca es mancharlos. Seguramente, si usted lee el texto, tendrá sus propias conclusiones, lo que llama la atención es que este gobernante que se decía tolerante, abierto a la crítica y transparente, es el primero en vociferar adjetivos buscando desacreditar cualquier crítica, incluso si viene de medios y periodistas que él había enaltecido en el pasado y cuyo trabajo ha servido para destapar casos de corrupción, como la ‘Casa Blanca’ la ‘Estafa Maestra’ o el caso Odebrecht, que hasta hoy son investigados por su gobierno y con los que busca acreditar el supuesto combate a la corrupción en la función pública.