Uno de los proyectos más sonados de la administración federal, bueno, vamos, del presidente de la República, es la consulta popular para la revocación de mandato. Una de esas acciones que pretende sean bien vistas por la sociedad y, con ello, intentar legitimar su gobierno al recibir la oportunidad de continuar al frente, aprovechando que su popularidad no se ha podido menoscabar.
Al haber sido propuesta por el propio presidente al que, en teoría, se le daría o no el aval para continuar y no de un reclamo directo de los ciudadanos, todo parece más una estrategia mercadológica que una verdadera oportunidad para hacer escuchar la voluntad del pueblo, máxime porque los más interesados, si no es que los únicos, son los mismos integrantes de Morena, pues pude ser testigo de que, a pesar de que se han montado módulos donde se busca promocionar el registro de los ciudadanos, por medio de la herramienta implementada por parte del Instituto Nacional Electoral, una aplicación móvil en donde se puede dar o no el apoyo para que se lleve a cabo dicha consulta, es menos que poca la gente que se acerca a conocer o que incluso permite que quienes auxilian en el registro, les expliquen siquiera de qué se trata.
A la fecha, apenas superaban el medio millón de firmas de apoyo registradas por el INE para realizar la consulta, cuando la ley establece que debe ser el 3 por ciento del padrón nominal de electores, alrededor de unos 3 millones de firmas que, tomando en cuenta que debería llevarse a cabo el próximo 10 de abril y que quedan apenas poco más de 20 días de plazo para lograr la meta, el tema se les está escurriendo entre los dedos.
Y es que, para los mexicanos, al menos para una inmensa mayoría, el tema político de la revocación del mandato no es prioridad, habiendo tantos mucho más apremiantes, en medio de una realidad plagada de problemas económicos, con una reactivación económica que no ha terminado de germinar, con escasez de medicamentos y sin dinero para comprarlos, con la necesidad de buscar dónde dejar a los hijos mientras la actividad escolar no se regulariza por completo; en fin, con tantas cosas en qué pensar, seguirle el juego a López Obrador, no tiene cabida.
Además, para muchos resulta insultante que, en medio de tantas carencias y necesidades, el gobierno federal se disponga a utilizar cerca de 4 mil millones de pesos para que se puedan instalar poco más de 160 mil casillas en el territorio nacional, para preguntarnos si confiamos en que aquel que logró un triunfo histórico, debería o no seguir al frente del gobierno.
Si esto no rinde frutos, muchos de los que son sus cercanos colaboradores y operadores políticos y sociales, habrán de pasar por la aduana y seguramente serán víctimas de la furia presidencial, en la que hemos visto últimamente que, nadie, absolutamente nadie, tiene un lugar seguro, pues a veces pesa más el hígado que el corazón.