“Por política llegué a ser magistrado y por política dejé de ser magistrado”. Fue la sentencia que escuché de un distinguido jurista y gran juzgador, que fue orillado a jubilarse por discrepar con las decisiones de quien fuera emperador de la justicia en Durango durante el ‘herreracalderato’.
Hoy esa frase sigue vigente en nuestros días, dado que la designación de magistrados en los diferentes entes jurisdiccionales continúa siendo con la lógica de las cuotas y cuates, que no es otra cosa más que el cariz político por encima de las virtudes jurídicas.
Si bien siempre han existido las cuotas partidistas en la composición del Poder Judicial, los partidos se preocupaban por proponer al Congreso a los mejores perfiles para desempeñar los quehaceres jurisdiccionales; en los últimos años vemos que eso ya no importa, pues hemos visto designaciones de magistrados y magistradas cuyo vínculos familiares con actores políticos o bien, políticos en situación de retiro momentáneo, dejando de lado los méritos de la carrera judicial o el probo desempeño de la abogacía y la academia.
La pérdida de las magistraturas también obedece a intereses políticos, como es el caso del maestro Héctor Trejo Rangel, quien además de ser un destacado abogado fiscalista y académico universitario, es amigo de Esteban Calderón Rosas.
Era natural que ante la caída de Calderón del poder judicial, fuera etiquetado como uno de sus incondicionales y por lo tanto, quienes ahora detentan ese poder, maniobraran para dejarlo fuera de la jugada y por ende, debe entender que es la política quien lo llevó a ser magistrado del Tribunal de Justicia Administrativa y es la política, quien le quita esa condición, porque el si el doctor Calderón hubiera mantenido su poder e influencia, nada le hubiera pasado. Así es la política y el derecho es un instrumento de ésta.
PALABRAS MAYORES
Vaya astucia de Iván Gurrola en asegurar el control del Congreso para Morena en la próxima legislatura. Será interesante ver si el titular del Poder Ejecutivo ejerce el derecho de veto.