Es muy común escuchar que el hubiera no existe, efectivamente, y en política menos.
Si José Ramón Enríquez Herrera no se hubiera ido de candidato a senador de la República, sin problema hubiese ganado la reelección como alcalde capitalino y desde ese entonces, nada ni nadie lo hubiera detenido en su camino por la gubernatura. Si José Ramón no se hubiera ido a Morena, sería el candidato natural de Movimiento Ciudadano a la gubernatura; pero el hubiera No existe y el oftalmólogo se dejó llevar por el canto de las sirenas delgadas y zacatecanas, que tantos malestares le causan hoy en día.
Si Luis Enrique Benítez, no hubiera llegado imponiendo su voluntad como presidente del PRI y además, peleándose con todo el mundo, en estos momentos sería el candidato natural del tricolor al gobierno del Estado.
Si Esteban Villegas hubiera asumido una postura opositora al gobernador del Estado y además, si hubiese emigrado a tiempo al partido Morena, en estos momentos sería el rival a vencer para la gobernatura.
Si Jorge Salum le hubiera puesto más atención a la operación política y a su comunicación política así como no dejar hacer y dejar pasar a sus colaboradores, en estos momentos sería la carta fuerte del PAN al gobierno del estado.
Si José Rosas Aispuro Torres, desde los albores de su sexenio hubiera tomado una decisión sobre quién era el perfil idóneo para que cubriera sus espaldas cuando llegara el momento de dejar el poder, en estos momentos tendrían la sartén por el mango y el control de los hilos para definir su sucesión gubernamental.
Si Leticia Herrera no se hubiera retirado de la aparador político y en cambio, hubiera recorrido todo el estado entregando apoyos en estos tiempos aciagos de pandemia, sería la mujer con mayores fortalezas políticas para provocar la alternancia de género en el poder político de Durango; pero el hubiera no existe.
En efecto, el hubiera no existe y las decisiones o indecisiones tomadas generan un riesgo, costo o beneficio que se deben asumir como tales. Toda acción es una apuesta y a veces se gana y otras se pierde, como fue el caso de Marina Vitela cuando aceptó el reto de irse a Morena y hoy los astros se alinearon para su buena fortuna. Si Marina no se hubiera ido del PRI, no sería candidata a gobernadora… el hubiera no existe.