En toda persecución de objetivos personales, existen obstáculos que debemos enfrentar; ya sea porque estamos dentro de una eterna competencia con quienes buscan el mismo espacio, o porque al llegar a un escalón que parecía la cima, siempre habrá hacia dónde seguir avanzando. En la política no tendría por qué ser diferente, sin embargo, algunas veces equivocamos el tesón con la terquedad.
Luego de que la convocatoria para la designación de la candidatura a la gubernatura del estado de Durango, atrajera a catorce aspirantes que levantaron la mano en Morena, se realizó un primer filtro, donde quedaron solo cuatro personajes que serían medidos para que, por medio de encuestas, la Comisión Nacional de Elecciones de ese instituto político, definiera quién sería quien abandere su causa en las próximas elecciones; lo que causó la molestia de algunos y la resignación de otros. Al final, se abrió la puerta para que dos más completaran dos ternas por cada género y medirlos ante la sociedad. El principal factor que definiría al ‘ungido’, sería al género y eso siempre se supo, pues habría que respetar el principio de paridad obligado por la ley electoral, donde al ser seis estados que renovarían sus gobiernos, tendrían que designar tres candidatos y tres candidatas. En Durango se decidió que sería una mujer, lo que no estaba sujeto sino a la voluntad de quienes tomarían la decisión en el partido.
A pesar de todo ello, el senador José Ramón Enríquez, a quien se le cerrara la posibilidad de aparecer en una boleta bajo las siglas de Morena por segunda ocasión, ha decidido impugnar el proceso, bajo el argumento de que se violaron las reglas de un juego en el que decidió participar, conociendo que el factor de género sería determinante, lo cual no estaba sujeto a ser decidido por la popularidad. Tendrá razón o no, depende de quien cuente la historia, pero pareciera que es el único que no se ha dado cuenta que, en ese instituto político, no hay cabida para su proyecto, pues su llegada fue más que forzada, ya habiendo llegado al Senado portando los colores de los que hoy son los principales opositores.
En el PRI, pareciera que más por capricho que por cordura o competencia, hay dos personajes ensimismados a oponerse, a toda costa, a que la candidatura de la alianza PAN-PRI-PRD sea para Esteban Villegas Villarreal, a pesar de que la estadística indica que es el personaje más competitivo y mejor posicionado, incluso comparado con el precandidato del PAN, bajo argumentos como una supuesta imposición. Usando la lógica, al querer bloquear al puntero, los que estarían intentando ser impositivos, serían los que van en contra de una ineludible e insoslayable estadística abrumadora que coloca a Esteban por encima de cualquier otro perfil, por lo que los señalamientos y amagos de abandonar el partido de Luis Enrique Benítez y Leticia Herrera, no solo están fuera de lugar y contradicen lo que acusan, sino que exhibe que se trata más de una empresa de corte personal, que de auténtica competencia interna. En fin, seguiremos los próximos días oyendo arrebatos, entre desdeñados y resentidos.