Este martes, el Gobierno de México compartió en sus redes sociales, algunas comparativas de los ‘logros’ del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, respecto a los cuatro sexenios anteriores. Uno de los que más llamó mi atención, fue el de las remesas, pues como si se tratase de un resultado producto de las políticas públicas de la administración Obradorista, presumieron que el monto de las remesas superó los 290 mil millones de dólares, lo que representa más del 18 por ciento del PIB y convierte a nuestro país, en el segundo país en captación de remesas a nivel mundial, algo que, se atrevieron a decir, se traduce en bienestar y desarrollo humano.

Esto me resulta relevante porque, el Andrés Manuel opositor, aquel que como candidato y líder de un movimiento social que estaba en contra del régimen, les hubiera puesto una buena tunda. El 03 de marzo de 2016, López Obrador tuiteaba (antes de que se convirtiera en X), que “está tan mal la economía que muchas regiones del país solo viven del dinero que envían los migrantes a sus familiares. Benditas remesas.”, sin embargo, hoy, el aumento es motivo de orgullo y presunción. ¿Qué acaso, eso no les dice que, el que cada vez tenga que entrar más dinero por esa vía, significa que cada vez más mexicanos están trabajando en el extranjero para mantener a sus familias? Porque no estamos presumiendo que ingresó un 75 por ciento más de inversión extranjera directa, sino de gente que, al no encontrar las condiciones económicas, sociales y de seguridad en su lugar de origen, tienen que migrar para lograr tener un ingreso que era imposible obtener en México, ni sumándole los tan choteados programas sociales.

Es un hecho que, nuestro país, ha sufrido un éxodo de mexicanos a quienes la situación en sus comunidades los ha llevado a ‘coger sus chivas’ y buscar una mejor vida, o al menos la oportunidad de luchar por una más digna. Pueblos fantasmas cuyos habitantes han tenido que migrar porque, quedarse, significaría que el Crimen Organizado los obligue a trabajar para ellos, ya sea en cultivos o en otro tipo de actividades; que se roben a sus mujeres y niños para esclavizarlos y cometer todo tipo de abusos; que les quiten sus tierras y su patrimonio a punta de balazos y teniendo que dar la vida por ello. ¿Qué tan desesperado tendría que estar un ser humano para dejar todo atrás y que, lo que sea que venga entre la zozobra y la incertidumbre, sea mejor que la vida que ya les tocó vivir? Vaya, entonces las políticas sociales no han sido para todos, y seguramente no para quienes la inseguridad los obliga a salir huyendo.

Además de esto, hoy presume el gobierno Obradorista que la economía sigue creciendo, contrario a lo que marcan los indicadores, que ponen a Andrés Manuel como el presidente donde hubo menor crecimiento en los últimos 30 años; diciendo con sus gráficas mal calibradas que hubo una variación anual positiva de 2 por ciento del Indicador Global de la Actividad Económica, sin tomar en cuenta que, en realidad, en octubre y noviembre de 2023 cayó un 0.6 % y en enero de este año cayó un 0.7 %, por lo que, como siempre en este gobierno, dependerá de su narrativa insidiosa, pues en realidad no crecimos nada, solo nos recuperamos un poco de lo que veníamos cayendo.

Un gobierno que habló tanto del súper peso, inflado de manera artificial por factores externos y no por las políticas públicas nacionales, hoy no existe más y ahora dicen, ‘bueno, pero no se devaluó la moneda, estamos como la recibimos’. Esto sigue siendo falso, porque más allá valor del tipo de cambio, la inflación, que depende también de factores internos como externos, ha reducido el poder adquisitivo de los mexicanos, quienes a pesar de que el salario mínimo aumentó, reciben apoyos del gobierno y tienen una ‘moneda fortalecida’, cada que acuden a hacer su mandado, o compran lo mismo, pagando más; o compran menos con la misma cantidad de dinero; o para los que se quieren engañar diciendo que les sigue alcanzando para vivir, han tenido que comprar marcas más económicas y productos de menor calidad.

Ya le quedan seis días, y no solo se despide con indicadores poco honrosos, que era lo que criticaba de los gobierno ‘neoliberales’ a los que señalaba de cifras tramposas, confusas y presentadas de forma muy conveniente; también dejará una deuda de más de 6.6 billones de pesos, algo que ni los neoliberales más rapaces se habían atrevido; deja un tema de corrupción que supera más de 4 veces la ‘Estafa Maestra’ de Peña Nieto, con el desfalco de SEGALMEX; deja un país sumido en la violencia, aumentada por la indolencia de sus inacciones; deja un México dividido en el que pierden los que critican como los que lo defienden; deja un sistema de salud inoperante y una educación sumida en el hoyo, pero con los más altos índices de aprobación, lo que demuestra que México no ha cambiado, pues nos regodeamos porque estamos jodidos, pero bien contentos.