El pasado fin de semana, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, subió a sus redes una foto en la que aparece con el todavía presidente Andrés Manuel López Obrador, con un mensaje que bien vale la pena analizar: “Somos parte del mismo proyecto de transformación”. Esto pareciera un mensaje de advertencia para quienes, después del 2 de junio, le siguen cantando que todo se lo debe a él; pues con ello replica, para quien lo quiera entender así, que ella ha estado caminando cada paso que ha avanzado el movimiento, como ente político, y en cada paso que dio para adelante como administración.
Además de esta publicación en redes, que hoy dictan más en la política que las propias declaraciones, la primera presidenta en la historia de nuestro país ha dado muestra de lo que podría ser un desmarque sigiloso y camuflado, en varios sentidos. Primero, ratificando al secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, pero enviando un claro mensaje de que su política hacendaria, o sea la forma en que administrará los recursos, será mucho más profesional, sin ocurrencias ni desfalcos, pues en un comunicado expuso que su primera estrategia será estabilizar una deuda que se ha vuelto impagable e irresponsable, porque, aunque comparten ideales, no comparte las mismas ideas desatadas del actual mandatario.
Otro mensaje muy claro, es que ella pudo ser mejor jefa de gobierno, o al menos tener mejores resultados, si hubiera tenido un verdadero respaldo de quien despacha en Palacio, pues en su discurso en la Arena México, dijo que apoyará a la CDMX en los temas de movilidad, abastecimiento de agua potable, salud pública y seguridad; mismos temas que durante su gestión y su campaña, fueron cuestionados y señalados, pues tanto los múltiples problemas de mantenimiento del Metro, la falta de agua en un alto porcentaje de las colonias de la ciudad, los eternos casos sobre la insuficiente atención a la salud y la inseguridad que ronda en muchas zonas del área metropolitana, pudieron tener mejores resultados si quizá se hubiera mandado más del recurso que se está gastando en las obras estandarte del actual gobierno.
Otro asunto que seguramente tiene preocupada a ‘la señora presidenta’, si sirve el mote como homenaje a Gonzalo Vega y sin intención de insultar, debe ser la situación financiera de PEMEX; así que allá va otro mensaje de ajuste, pues Ramírez de la O ya audita a la paraestatal y seguramente su análisis será severo y riguroso, pues no solo no tiene buena relación con el director, Octavio Romero Oropeza, sino que hay temas insoslayables como los estados financieros y el fallido ataque al huachicol, que en esta administración aumentó cerca de un 120 por ciento, a pesar de ser una de las banderas de quien hoy ocupa los mandos nacionales.
Por si esto fuera poco, el manotazo sobre la mesa lo dio cuando se enteró de que algunos empedernidos lustradores de calzado de San Lázaro, en voz de Ignacio Mier, coordinador del Grupo Parlamentario de Morena, dijeron que en septiembre echarían a andar el Plan C, ya que su nueva mayoría en el Congreso de la Unión toma posesión un mes antes de que lo haga la nueva presidenta, y con ello meterían con calzador, para no salirnos de la analogía, las 18 reformas constitucionales que Andrés Manuel dejó pendientes mientras no le favorecían los números en el parlamento federal, incluida la controversial reforma al Poder Judicial. No coman ansias por quedar bien con el que ya se va, les dijo, obviamente con otras palabras; ahora se deben a quien llega y apostó al diálogo y a un parlamento abierto para llevarlo a cabo, con una prudencia y sensatez que sorprendió a propios y extraños, incluido al recién desempoderado presidente, que al día siguiente salió a patalear, queriendo mostrar que aún es suyo el cepillo de lustrar.
En fin, tengo la teoría de que Claudia Sheinbaum, quien no es ninguna improvisada en la política ni en la administración pública, que luego se nos olvida que son dos cosas diferentes, tiene claro que su momento ya comenzó, que ella tiene el poder ahora y que, ejercerlo bien, puede significar dejar un verdadero legado como la primera mujer presidenta de México, lejos de las ocurrencias y las necedades, aunqueesto vaya en detrimento del egocentrismo de su antecesor, pues ella contará con lo que casi nadie, un Congreso trazado a su medida, lo que no deja lugar a pretextos ni disculpas para no manejar el país, como ella ofrecía desde su campaña.
Alejandro Flores de la Parra.