Desde niña ya me gustaba el cine, por eso mi infancia estuvo llena de películas, una de ellas, la que más recuerdo es “La Maestra Milagrosa”, una cinta de 1962 sobre la vida de dos mujeres que ya a esa corta edad, me eran muy conocidas: Ana Sullivan y Hellen Keller, la primera, una maestra de gran inteligencia, voluntad y empeño, la segunda, una niña invidente y sordomuda.
Sus historias ya las conocía de memoria desde los cinco años, pues mi tía, la Maestra Lucila Loera Ávila de Tagliapietra, hablaba siempre de ellas y de como la comunicación entre estas dos mujeres se abrió camino a pesar de los obstáculos, pues los seres humanos son tan extraordinarios que siempre se sobreponen a cualquier dificultad física.
Desde 1960, la Maestra Lucila Loera formó parte del Departamento de Rehabilitación Física del Centro de Salud “Carlos León de la Peña”, cuyo responsable era el Dr. Miguel Vallebueno, y ya para 1962, ella era especialista en rehabilitación física, tan destacada que fue encomendada para coordinar la atención de alumnos con discapacidad auditiva en el Centro de Salud mencionado, ubicado en ese entonces en avenida Heroico Colegio Militar.
Este grupo de niños con discapacidad auditiva, iniciado por la señora Marina P. de Hernández, de origen norteamericano y esposa del que era gerente de la fábrica Carnation Clavel, oscilaba entre los 5 y los 14 años y estaba integrado por menores de clase media baja, quienes presentaban sordera de nivel medio, profundo y anacusia.
Para 1969, el grupo de niños sordos se traslada a la Escuela del Niño Atípico de Durango, y ese mismo año, por instrucciones del entonces gobernador Alejandro Páez Urquidi, se beca a un grupo de especialistas para capacitarseen audición y lenguaje en el Instituto de Orientación Infantil para Rehabilitación Audiológica (OIRA), en la Ciudad de México, entre ellos la Maestra Lucila Loera, quien a su regreso detectó a niños duranguenses con esta discapacidad para integrarlos en el grupo que encabezó la Mtra. Ma. Teresa Bailón.
En 1974, gracias la intervención de la Sra. Elvira Díaz de Silerio con el entonces gobernador de Durango, Dr. Héctor Mayagoitia Domínguez se reconoció al grupo de maestras como personal de la Dirección General de Educación Especial, y para 1982 se integraron a la inaugurada Escuela de Educación Especial “Eva Sámano”, ubicada en el boulevard Domingo Arrieta, donde integraron a los niños delas áreas de Audición y Deficiencia Mental organizados en el Centro de Rehabilitación Educación Especial (CREE); la Mtra. Lucila Loera fue subdirectora y directora de esta escuela, la cual amó hasta sus últimos días.
Gracias a mujeres y hombres interesados en las y los niños de Durango, como el Dr. Jesús Kumate Rodríguez (Director del Hospital Infantil en la Ciudad de México y Secretario de Salud en la administración presidencial de Carlos Salinas de Gortari), la Sra. Marina P. de Hernández, la Sra. Elvira Díaz de Silerio; así como de los gobernadores de Durango, Alejandro Paez Urquidi, Ángel Rodríguez Solórzano, Héctor Mayagoitia Rodríguez y Maximiliano Silerio Esparza, pudo existir la atención a las y los niños duranguenses con discapaciad.
El pasado 15 de julio, falleció en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, la Maestra Lucila Loera Ávila, pionera, promotora, educadora y visionaria, quien se entregó en cuerpo y alma por la Educación Especial en Durango, una mujer extraordinaria quien, además, me inculcó el amor al cine. Descanse en Paz.