La actual administración estatal, como ninguna otra en el pasado reciente, se ha caracterizado por estar rodeada de escándalos presupuestales; desde créditos entregados con discrecionalidad, el retraso en el pago de bonos y prestaciones diversas a los trabajadores, así como la omisión en el pago de retenciones que debieron ser transferidas a terceros, como aseguradoras, fondos de vivienda, seguridad social, fiscales y hasta de cajas de ahorro; pero, quizá el más escandaloso, por la cantidad que representa, son las participaciones federales correspondientes a los ayuntamientos, que solo en la capital del estado, están pendientes más de 600 millones de pesos.
¿Se imagina cuánta obra pudo hacer el gobierno municipal, en la capital con 600 millones? Desgraciadamente, todos tendremos que imaginarlo, porque no se ve por dónde puedan llegar antes de finalizada la administración actual. Pero el problema no se trata solo de obra pública que no pudo ser ejecutada (aunque el monto sea más escandaloso), producto de las omisiones de quien se dice “un gobernador municipalista”, sino de poner en entredicho el patrimonio de personas que han dedicado toda una vida al servicio de instituciones públicas. Tal es el caso de los trabajadores que cotizaron muchos años para hacerse acreedores a un crédito de vivienda y que, además, quincena tras quincena ven ejecutados descuentos, vía nómina, de salario retenido para realizar el pago de sus cuotas hipotecarias, mismas que su patrón, el Gobierno del Estado, no ha reportado ante las instituciones de crédito, como el Fovissste, y que ha provocado que algunos trabajadores ya hayan recibido amenaza de embargo, al no haber cubierto sus obligaciones crediticias, aunque sí hayan sido retenidas por la parte patronal. Así, podemos ver casos similares con créditos diversos, como FONACOT, o el pago de primas de seguros institucionales que son descontados en tiempo, pero no son pagados de ninguna forma.
A pesar de ello, el secretario de Finanzas, Arturo Díaz Medina, se atrevió a pedir, una vez más y ante la desesperación e impotencia de los afectados, apelando al respeto y al diálogo, la comprensión y solidaridad de los trabajadores para con el gobierno. ¿Acaso será una broma de mal gusto? ¿Será que el secretario no entendió la función de administrar? ¿Cómo pedir comprensión a por qué el gobierno no ha pagado las retenciones a los terceros? ¿Cómo pide solidaridad con un gobierno que no lo ha sido con sus trabajadores y que apela a un diálogo que está más desgastado que su credibilidad?
Ahora, como si el descaro no fuese suficiente, el propio Díaz Medina, secundado por el secretario general de gobierno, Jorge Mojica Vargas, buscan echar en cara que el ‘gobierno amigo’ ha otorgado aumentos por más del 40 por ciento en lo que va del sexenio. Quitando lo que por ley, con base en el crecimiento inflacionario, el patrón está obligado a aumentar anualmente, es necesario acotar que la mayoría de los aumentos se han dado, precisamente, en las prestaciones acumuladas a los salarios base. ¿Pero de qué sirvió, si al final, estas prestaciones no se pagan en tiempo o no se transfieren a donde deben, en caso de ser retenidas? Además, buscan restregarles que, de abril del 2020 a julio de 2021, se les ‘permitió’ a los trabajadores no acudir a sus centros de trabajo; como si se hubiera tratado de una ‘buena onda’ del gobierno y no una aceptación tácita de la incapacidad del mismo para evitar la propagación del COVID-19 en oficinas, pues nunca se tuvieron (ni se tienen) las condiciones mínimas de seguridad requeridas en las dependencias.
En fin, ya festejan el logro de acuerdos con sindicatos para no interrumpir labores, lo que no aseguran es cuándo y cómo lograrán cubrir los adeudos que el ejecutivo tiene por todos lados. El gobernador Aispuro deberá garantizar que su administración cubra todos sus compromisos presupuestales, y no dejará una papa caliente para la siguiente administración que encabezará Esteban Villegas, pues no sería justo ni para el nuevo gobierno ni para sus trabajadores, los ayuntamientos y los acreedores, que se vaya tan campante, mientras deja a Durango sumido en la desgracia, a causa de su indisciplina financiera.