La sucesión presidencial ya comenzó. Es buen momento en que Esteban empiece a pensar en la suya. Resuenan las palabras de Luis Ángel Tejada: “todos los gobernadores piensan en su sucesión desde el primer día de gobierno”.
El gobernador Villegas debe de aprender de su antecesor, que se le fue el tiempo en banalidades y cuando quiso intentar generar un cuadro sucesorio, el tiempo fue el fatal sicario de su proyecto denominado Héctor Flores.
En cambio, tiene enfrente el ejemplo de Ismael, que se dedicó a formar una pléyade de políticos jóvenes en aras de perpetuar su estilo de gobierno. Hoy muchos de esos cuadros engrosan las filas de Morena pero a final de cuentas, pudo dejar sucesor.
A un año de la victoria de Esteban Villegas, se puede ir dilucidando su operación política. Vemos en primer término que al frente de las estructuras de su partido, colocó a perfiles jóvenes que le fueron leales desde que manifestó sus aspiraciones por contender nuevamente por la gubernatura. Eso implica que no tarda mucho en que un personaje totalmente afín a su persona, sea la que dirija los destinos del tricolor y ése pudiera ser Ernesto Alanís.
La operación política la depositó en un trío de ingenieros. En primer lugar, el ingeniero Héctor Vela Valenzuela, con un colmillo muy retorcido para mantener la gobernabilidad estable; la estrategia con el ingeniero Jesús Salazar y la operatividad felina de Guillermo Adame.
Esteban tiene la complicada tarea de frenar los apetitos sucesorios dentro y fuera de su partido. En el PRI, políticos como Pacheco, López y Benítez, saben que el Senado es su último tren para la aspirar fuertemente a la gubernatura en 2028. En el mismo tenor se encuentra Leticia Herrera, quien recuperó su control lagunero.
Al interior del PAN, tendrá que lidiar con las aspiraciones de Salum, Ochoa y Gina; se descartan Maturino y Castrellón por tener las cartas credenciales de Pepe N. Insisto: todas y todos quieren ser gobernadores.
Por todo esto, Villegas debe cuidar todos sus movimientos, expresiones y no desatar ningún cabo, sobretodo para que lo intenten rebasar y le puedan generar cierta inestabilidad en su gobierno que aún padece las afecciones financieras heredadas por el aispurato así como la desolación nacional de su partido; sin omitir la incertidumbre de la dirección del dedo flamígero de AMLO.