La semana pasada, cuando el Parlamento Europeo, votó para solicitar al Gobierno de México, actúe de manera efectiva ante el clima de violencia que viven, desde hace varios años, quienes dedican su vida a la valiosa función de informar. Y es que, en México, es el lugar más peligroso para ejercer el periodismo, tomando en cuenta que no vivimos una guerra abiertamente, aunque en realidad se vive una constante guerra social que tiene varios frentes. Podría señalarse al crimen organizado como el principal factor para dicha zozobra, sin embargo, el principal motivo por el que tantos periodistas son asesinados en México, no tiene nada qué ver con el narco y sus derivados.
Incluso, más que la preocupación o intromisión de los representantes europeos en temas de política interior; lo que debería indignarnos como país, son las excusas que tiene el presidente para no atender el tema. Indignante debería ser que el máximo líder en el país, diga que “ni que fueran tantos”, diciendo que apenas han sido algunos periodistas (alrededor de 30 en lo que va en este sexenio) comparados con los muchos que son asesinados día con día (más de cien mil). ¿Ese es el consuelo? Los periodistas representan un porcentaje ínfimo de asesinatos, vaya tranquilidad.
La respuesta de la presidencia al Parlamento Europeo, pésima, con más víscera que razón, con más excusa que argumento, siguiendo la línea de este gobierno de desestimar el señalamiento en lugar de refutarlo con hechos. Pero, más allá de eso, lo realmente alarmante no es la falta de capacidad del presidente para ser contundente y diplomático a la vez, sino que prefieran ocultar en eso, su inoperancia e inacción.
¿Cómo nos atrevemos a pensar en soberanía nacional, cuando los grupos del crimen tienen secuestrada a la sociedad? Hace falta ser muy necio para negar que, en este sexenio, nada se ha logrado para combatir al crimen organizado, para no ver que cada día más periodistas están en peligro, para no aceptar que la estrategia está rebasada y que, nos lo digan o no los europeos, nuestro país no es libre mientras siga respondiendo a los intereses de poderes fácticos.
A los mexicanos no nos hace falta que nos defiendan de los europeos, no hace falta que se rompan relaciones diplomáticas, no hace falta que se nos dignifique como país independiente; lo que verdaderamente hace falta, es que el gobierno mexicano empiece a actuar en acciones sustantivas que permitan percibir que se está haciendo algo, donde se actúe con la razón por encima de la víscera, ya que existe una diferencia vital, pues lo que hasta ahora se ha hecho, señalando a los fantasmas del pasado como responsables de todo, no ha sido útil y dista mucho de lo que los mexicanos esperamos de nuestro gobierno, que sigue emborrachado de aceptación pero con una resaca tremenda en su percepción de la realidad.