Recientemente he escuchado que El Gato Adame quiere ser candidato a presidente municipal por el Partido del Trabajo.
Tiene lógica pues desde 2015 viene trabajando con este partido, a quien salvó su registro en la elección extraordinaria en el Distrito Federal 01 de Aguascalientes. Al respecto tengo las siguientes consideraciones:
- Un operador político nunca es buen candidato. Adame siempre ha estado tras bambalinas, le gusta armar estrategias de territorio, basadas en el análisis de resultados de elecciones anteriores y en aspectos de branding. Cuando un operador brinca a una candidatura, quiere desarrollar ambos papeles y se le consume el tiempo y se paraliza pues no confía en nadie más por su experiencia en el manejo de campañas. Esto lo vimos con Rosales Badillo que quiso llevar los dos roles y descuidó muchas áreas de oportunidad que en su momento aprovechó Ricardo Pacheco.
- El Gato es diestro en dividir y vencer. Arma estructuras en otros partidos y les invierte presencia en aire para diversificar el voto. Ahora hay dos nuevos partidos políticos locales. Quizá quiera aplicar esa división a su favor, pero ¿le alcanzará? ¿También va a dividir? Y si es así ¿a favor de quién?
- La elección del 2025 pudiera ser el inicio de los juegos de la sucesión de Esteban Villegas y quien ocupe la alcaldía se coloca en el arrancadero. Esto ya lo tiene visualizado El Gato y a lo mejor piensa en retomar el proyecto que dejó inconcluso Jorge Herrera Delgado, en que el grupo técnico gobierne Durango.
No es casualidad el cambio de imagen de Memo Adame, su exposición mediática y en redes sociales emulando a los influencers como El Escorpión Dorado y Franco Escamilla. Veremos hasta dónde le da ese costal de mañas de tanta campaña electoral.
