A pesar de que hoy aún hay muchos aspirantes para la candidatura a gobernador del estado en todos los partidos, la verdad es que, quien llegue, sin importar el partido, tendrá un escenario adverso al cual enfrentarse. Las razones son muchas y alguien podría decir que eso pasa siempre, pero con el panorama económico y político que vive hoy nuestra entidad, lejos de que pareciera un premio o una posición de poder, luce como un castigo, como la rifa del tigre.
Y es que, a pesar de los intentos de algunos por pintar un panorama presupuestario decente, la verdad es que, en Durango, seguimos quedando fuera de los planes del gobierno federal, del presidente y de todo su gabinete. Se dice y se quiere suavizar el recorte presupuestal en participaciones federales, con que hay proyectos carreteros con recursos garantizados, pero han sido desmentidos por el propio secretario de la Comisión de Infraestructura en la Cámara de Diputados, Carlos Maturino Manzanera. A decir del diputado federal por Durango, los propios legisladores morenistas que integran la comisión, saben de las necesidades de nuestra entidad en la materia, pero también reconocen que el presidente no nos tiene considerados y que, desde su posición, es imposible ir en contra de lo que les ha instruido el inquilino del Palacio Nacional.
Lo más irónico es que, los que hoy pretenden decir que el presupuesto es suficiente y lo inflan sumando programas sociales y demás recursos que no se verán reflejados de manera directa en beneficios comunes, señalan que los gobiernos del pasado tienen a Durango sumido en el atraso, siendo que hace unos años se ufanaban de haber sido parte de la autorización de presupuestos históricos, mientras lucían la camiseta de otro equipo. Tienen razón, Durango está atrasado y olvidado, pero olvidan que fueron parte de esos que hoy señalan como los culpables.
La verdad es que no hay presupuesto que alcance, mientras Durango tenga que seguir gastando casi un tercio de su presupuesto para solventar una nómina magisterial que, por cierto y para acabarla de ‘amolar’, este año viene reducido en casi medio millón de pesos. Es cierto que en Durango los presupuestos históricos no ayudaron, como no lo hará el del próximo año, porque seguimos arrastrando un déficit que ahora se verá agravado con recortes que nos dejan muy por debajo del índice inflacionario, por lo que no empezaremos el 2022 de cero, como muchas veces, sino varios puntos abajo.
De los proyectos que se pretendían, de las gestiones de los diputados locales, de las peripecias que pasan algunos para pretender defender lo que ni entienden, mejor ni hablemos, porque no tiene caso seguir ensimismados en el ‘hubiera’, sino empezar a afrontar lo que viene para despedir a una administración endeudada y para iniciar otra que empezará con los números más que rojos, llenos también de la esperanza de los duranguenses, que cada seis años se convierte en resignación de que ni los gobiernos del mismo partido de los presidentes, han podido hacer que la cosa cambie