Se llevó a cabo el primer foro de los Diálogos Nacionales para la Reforma al Poder Judicial, uno de los más relevantes para el futuro de nuestro país, donde estuvieron varios ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y personajes involucrados tanto en la parte Legislativa, como en la de impartición de justicia en diversos niveles; en este foro se abordaron dos temas principales: ¿Qué Poder Judicial tenemos? y ¿qué Poder Judicial queremos?
La gran relevancia es saber si se trata de un verdadero ejercicio de enriquecimiento de una reforma integral que ya se ha cantado, en son de amenaza, que va porque va, o si solo se trata de una simulación para buscar legitimar la imposición de un Ejecutivo que le trae ganas a la SCJN desde el inicio de su mandato, reavivado y reforzado por los tropezones que le han puesto a sus reformas y a sus políticas públicas cuando han rebasado el marco constitucional. Y menciono lo de la simulación porque habrá quien diga que tengo cierta predisposición, pero Ricardo Monreal fue muy claro, al decir que Morena tiene el poder de cambiar la Constitución a placer, pero que serán prudentes; tanto, que apenas dio su discurso y se retiró del Foro, a pesar de haber mencionado que escucharían con respeto a las minorías y a los integrantes del PJF, siendo prioridad, sin embargo, el mandato popular. Aún no se conforma la nueva Legislatura y ya está poniendo condiciones, ahora imaginen cuando tengan lo que hoy es una virtual mayoría calificada. Monólogos de la Reforma, se debería llamar.
Sin embargo, los que parecen ya haber soltado la cuerda para dejar de estirar, son los integrantes del Grupo Parlamentario de Acción Nacional, quienes en voz de su coordinador, el diputado Jorge Romero, quien se escucha podría ser el alfil de Marko Cortés para sucederle al frente del partido; quienmencionó que ya no se van a enfocar en señalar, sino en proponer, pues dice que están de acuerdo con algunos aspectos de la reforma, como la rigorosa austeridad para los altos funcionarios judiciales y establecer un plazo máximo para la resolución de cualquier juicio, así como la eliminación del Consejo de la Judicatura, que sería reemplazado por otros dos órganos. Incluso proponen que, en lugar de votar la treintena de propuestas que harán los Tres Poderes, se sometan a concurso de oposición para garantizar que, quienes lleguen, no sea sino por su capacidad probada, al menos en los exámenes.
A esto último, el coordinador del Grupo Parlamentario de Morena, Ignacio Mier, respondió que si bien podrían aceptar cambios en la reforma judicial, tendrían limitaciones, claro, porque no se pueden ver débiles ni deben dejarse imponer gran cosa. Además, acotó que el tema de la elección de jueces, magistrados y ministros por voto popular, es un compromiso, por lo que se podría discutir sería ajustar los criterios de selección, buscando garantizar la idoneidad de los candidatos. Bueno, algo es algo, pues salió más abierto que Moreal y menos histriónico que el coordinador de diputados del PT, Gerardo Fernández Noroña, Lloroña para los cuates, quien dijo que no se trata de una reforma sino de una revolución, pues “en ninguna parte del mundo” se elige a jueces, magistrados y ministros, contradiciendo a la campaña engañosa que sacó el propio gobierno federal, afirmando además que los mexicanos tienen “hambre y sed de justicia, a secas» y que se pretende una reforma pronta y expedita, aunque jamás explicó el por qué una elección popular garantizaría eso.
Dentro de las participaciones hubo dos temas que me llamaron la atención: el valemadrismo del fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, que no solo no asistió sino que su representante solo mencionó que mandaba saludos, hágame el refregado favor, como si las fiscalías no fueran cómplices (directos o indirectos) de la falta de impartición de justicia, cuando son los que ‘tumban’ procesos muy claros por faltas al procedimiento y correcta integración de las carpetas de investigación; por brutos, pues; y la otra, la ‘ideota’ de Lenia Batres Guadarrama, que propone amarrarle las manos al PJF, limitando interpretaciones y resoluciones de la SCJN e incluso limitarla para que solo invalide leyes cuando “sean realmente inconstitucionales”, prohibiendo además que emita lineamientos y estándares que regulen la actividad del Ejecutivo y Legislativo. ¿Ven por qué no cualquiera debería llegar? Y eso que ella ya era impopular por andarse haciendo de bienes a la fuerza, pero este país nos da de todo.
Entre quienes mencionaron que la prisa no es buena consejera (ministro Pérez Dayán), quienes aseguran que la actual iniciativa pone en riesgo la justicia independiente e imparcial (ministro González Alcántara Carrancá), quien le reconoce la facultad del método de elección al Congreso (ministro Pardo Rebolledo), quienes reconocieron deficiencias pero negaron que el sistema actual de elección haya fomentado la corrupción (ministro Laynez Potisek), o hasta aquellos que dijeron que el Poder Judicial debe adaptarse a una “nueva realidad social” (ministra Esquivel Mossa); hubo quien firmemente expresó su rechazo al voto popular, pues mencionó que los estándares internacionales no dictan un solo método de elección de juzgadores, pero todos, coinciden en que el método utilizado, debe garantizar evitar la influencia política y es fundamental el mérito personal y la capacidad profesional sin discriminación (ministra Loretta Ortiz).
La ministra presidenta de la SCJN, Norma Piña, dejó hablar a sus compañeros de la Corte, pero en su participación destacó que “La justicia no es solo un asunto de leyes y tribunales, sino también de derechos humanos, ética y dignidad que involucra a todas las autoridades. La justicia no es un monopolio del Poder Judicial”; algo que también mencionó Margarita Ríos Farjat, al acotar que las fiscalías, procuradurías y obviamente las policías, no forman parte del PJ aunque muchas personas así, erróneamente, los identifiquen. A cada quien lo que le toca, como quien dice.
En fin, esto apenas comienza y ojalá, a pesar de que ya cantaron que traen más gas, los proponentes, estén abiertos a un diálogo que vaya más de un arrebato, a una reforma que realmente nos permita mejorar un podrido sistema en el que los ricos tiene un tipo de justicia, y al resto solo nos pasan entre compuertas, como si de reses al matadero se tratase. Estemos atentos, pues no es un tema que debamos dejar a los políticos, sino en el que nos debemos involucrar más y en el que la participación de la sociedad debe ser preponderante, y no solo una potestad inventada de un ‘mandato popular’ al que ni siquiera nos inviten a participar.